sábado, 18 de junio de 2011

19 de junio: Jornada Pro orantibus, Vida consagrada contemplativa


"Cada año celebramos en la Iglesia, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, "por los que oran", para dar gracias a Dios por el gran don de la Vida contemplativa y la presencia luminosa de los muchos monasterios que pueblan nuestra geografía. Los objetivos de la Jornada son fundamentalmente dos: agradecer y rezar.
Quienes han sido llamados a esta vida escondida con Cristo en Dios se entregan a la oración incesante, al trabajo y a la vida fraterna, en un ambiente de silencio y soledad habitado por la Palabra y visitado por el amor del Señor Resucitado (cf. Verbi Sponsa 3). «Los Institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales... En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contri¬buyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios» (Vita Consecrata 8).
Si toda vida consagrada «nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida» (Verbum Domi- ni 83) es en concreto la gran tradición monástica la que «ha tenido siempre como elemento constitutivo de su propia espiritualidad la meditación de la Sagrada Escritura, particularmente en la modalidad de la lectio divina» (Ib), imitando a la Madre de Dios, «que meditaba asiduamente las palabras y los hechos de su Hijo (cf. Lc 2, 19.51), así como a María de Betania que, a los pies del Señor, escuchaba su Palabra (cf. Lc 10, 38)» (Ib).
Cristo se autodefine a sí mismo en los Evangelios como el Camino que conduce al Padre (cf. Jn 14, 6) y la Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (cf. Jn 1, 9. 8, 12). Si Cristo es la Palabra de Dios hecha carne, y la Palabra es la lámpara que alumbra nuestros pasos (Salmo 119, 1 95), esa misma Palabra es camino de luz que podemos recorrer por las páginas de la Biblia, conducidos por el Espíritu".
http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/Jornadas/2011/OrantibusFolleto.pdf"

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