sábado, 18 de diciembre de 2010
'Dios-con-nosotros'
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-"José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados."
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
"Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa 'Dios-con-nosotros'."
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
VIRGEN DE LOS DOLORES

La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenia.
¡Oh cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? ¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡ Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo..
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea; porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén; porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.
martes, 14 de septiembre de 2010
INVENCION DE LA SANTA CRUZ

Ahí está; ahí lo tenemos. También nosotros, mordidos por las serpientes dirigimos nuestra mirada a ella, pues ahí está clavado nuestro Redentor, quien murió por nosotros, para redimirnos de todas las mordidas. Moisés levantó aquel estandarte en el desierto, Jesús dice a Nicodemo que ahora, de la misma manera, el Hijo del hombre tiene que ser elevado en la cruz. ¿Por qué?, ¿por qué ese lugar de infamia?, ¿por qué esa analogía pavorosa con la serpiente venenosa? Porque allí, en lo alto del madero, Jesús asume todas nuestras idolatrías, todos nuestros pecados; pero también todos nuestros sufrimientos y decepciones, que lo deforman, haciendo de él carne de serpiente venenosa, carne de pecado, carne de idolatría, carne de sufrimiento, carne de decepción. Todo lo hace suyo, deformando su propia carne, carne de Dios, entregando su vida y su diáfana limpieza por nuestra salvación, para que se borren nuestros pecados y nuestras idolatrías y nuestros sufrimientos y nuestros desfallecimientos. La condición es aceptar ser levantado en lo alto del estandarte del leño. Cuerpo transido por el pecado, por nuestro pecado, él, cordero inocente, que muere en la cruz por nosotros, para que así en él tengamos vida eterna.
domingo, 12 de septiembre de 2010
DIOS SE NOS ACERCA CON TERNURA Y MISERICORDIA
Ante tanta contundencia no hay mejor respuesta que la del hijo menor de la parábola: “Me pondré en camino adonde está mi padre”. “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta…”. (Ciudad Redonda)
miércoles, 8 de septiembre de 2010
NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARIA

lunes, 26 de julio de 2010
FIESTA DE SAN JOAQUIN Y SANTA ANA

domingo, 25 de julio de 2010
SANTIAGO APOSTOL PATRONO DE ESPAÑA

Hoy celebramos a Santiago Apóstol. Santiago, hijo de Zebedeo es hermano de Juan, y recibió la llamada del Señor a orillas del Lago de Genesaret, mientras repasaba las redes. Durante la Vida Pública de Cristo sube con Juan y Pedro al Monte Tabor donde el Señor se transfigurará delante de ellos como anticipo de la Gloria que se manifestará.
Su dureza de carácter hace que el Maestro le llame hijo del trueno, sobre todo porque al querer acortar en el camino por Samaria, los samaritanos no les dejan pasar, pidiéndole, por ello, que mande fuego del Cielo que les consuma a todos. También recibirá una reprimenda cuando pida el deseo de que él y su hermano se sienten a la derecha e izquierda en el Reino de los Cielos. Mi cáliz lo beberéis, pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda es sólo para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Tras la Ascensión del Señor, marcha a predicar el Evangelio, llegando hasta las zonas de Hispania en el Finisterre. Al volver a Palestina, Herodes decreta su decapitación. Posteriormente sus reliquias, vuelven a tierras españolas, donde se depositan en Compostela. Allí queda como foco de Fe, al que desde el Medievo, han accedido muchos peregrinos para venerar la tumba del Patrón de España junto con la Inmaculada. (COPE).
domingo, 20 de junio de 2010
sábado, 19 de junio de 2010
OFRENDAS A SAN JUAN BAUTISTA
Las aportaciones para Cáritas, de la Romería también subió un poco más.
Se ha notado de que ya estamos, de nuevo en casa.
Viva San Juan Bautista.
martes, 15 de junio de 2010
jueves, 10 de junio de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
martes, 18 de mayo de 2010
martes, 27 de abril de 2010
domingo, 25 de abril de 2010
CONFERENCIA SOBRE LOS INICIOS DE LA ERMITA DE SAN JUAN BAUTISTA Y SU CONTINUIDAD HISTORICA
martes, 20 de abril de 2010
SE HA DADO UN NUEVO PASO EN LA PARROQUIA
¡Ahora sí se escucha con claridad y notable nitidez!.
martes, 13 de abril de 2010
INORMATIVOS DE MEDIODIA ANTENA 3 CANARIAS
lunes, 12 de abril de 2010
Antena 3 visita nuestra parroquia por su restauración.
viernes, 26 de marzo de 2010
miércoles, 24 de marzo de 2010
miércoles, 10 de marzo de 2010
REAPERTURA DEL TEMPLO PARROQUIAL
sábado, 6 de marzo de 2010
domingo, 28 de febrero de 2010
LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
En el segundo domingo de Cuaresma, la elección de la secuencia de la Transfiguración de Jesús en el monte alto, delante de sus discípulos, en la que se nos muestra por una parte el resplandor de la gloria divina y por la otra se nos hace el anuncio de su próxima muerte, que sufrirá en Jerusalén, obedece a la misma enseñanza del Maestro, que desea prevenir a los suyos para que cuando acontezcan los hechos más dramáticos, recuerden quién es el que muere y así puedan permanecer en esperanza.
Jesús se manifiesta como el Hijo amado, el escogido, avalada esta identidad por la voz del cielo y la presencia de dos testigos: Moisés y Elías. Sólo la certeza de quién es Jesús hace posible seguirle a Jerusalén. Él es la luz, la defensa, la salvación, “¿a quién temeré?”
En Cuaresma, no deberemos perder el horizonte, la dirección del camino, la perspectiva pascual: desde la secuencia de la Transfiguración nos acompaña la certeza: “Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso” (Flp 3,21).
miércoles, 24 de febrero de 2010
Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2010

Queridos hermanos y hermanas:
Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo” (Rm 3, 21-22).
Justicia: “dare cuique suum”
Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra “justicia”, que en el lenguaje común implica “dar a cada uno lo suyo” -“dare cuique suum”-, según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III.
Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste “lo suyo” que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder solo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que solo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales, ciertamente, son útiles y necesarias (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia “distributiva” no proporciona al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa San Agustín: si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo… no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX, 21).
¿De dónde viene la injusticia?
El evangelista Marcos refiere las siguientes palabras de Jesús que si sitúan en el debate de aquel tiempo sobre lo que es puro y lo que es impuro: “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre… Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón, de los hombres salen intenciones malas” (Mc 7,15; 20-21).
Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la reacción de los fariseos una tentación permanente contra el hombre: la de identificar el origen del mal en una causa exterior.
Muchas de las ideologías modernas tienen, si nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene “de fuera”, para que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su puesta en práctica. Esta manera de pensar –advierte Jesús- es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas, tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: “Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (Sal 51, 7). Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original. Adán y Eva, seducidos por la mentira de Satanás, aferrando el misterioso fruto en contra del mandamiento divino, sustituyeron la lógica de confiar en el Amor por la de la sospecha y la competición; la lógica del recibir, del esperar confiados los dones del Otro, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar por su cuenta (Cf. Gn 3,1-6), experimentando, como resultado, un sentimiento de inquietud y de incertidumbre. ¿Cómo puede el hombre liberarse de este impulso egoísta y abrirse al amor?
Justicia y Sedaqad
En el corazón de la sabiduría de Israel, encontramos un vínculo profundo entre la fe en Dios que “levanta del polvo al desvalido” (Sal 113, 7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqab.
En efecto, sedaqab significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad, con el prójimo (Cf. Ex 20, 12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (Cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe.
No es casualidad que el don de las tablas de la Ley de Moisés, en el Monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en “escuchar el clamor” de su pueblo y “ha bajado para liberarle de la mano de los egipcios” (Cf. Ex 20,22).Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (Cf. Si 4,4-5. 8-9), el forastero (Cf. Ex 20,22), el esclavo (Cf. Dt 15,12-18).
Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un “éxodo” más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. ¿Existe, pues, esperanza de justicia para el hombre?
Cristo, justicia de Dios
El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos: “Ahora independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado...por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia” (Rm 3,21-25).
¿Cuál es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás. El hecho de que la “propiciación” tenga lugar en la sangre de Jesús significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle, en cambio la “bendición” que corresponde a Dios (Cf. Ga 3,13-14).
Pero esto suscita enseguida una objeción: ¿qué justicia existe donde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe a cambio la bendición que corresponde al justo? ¿Cada uno no recibe de este modo lo contrario de “lo suyo”? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre no se puede rebelar, porque de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.
Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta la humildad para aceptar tener necesidad del Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (Cf. Rm 13, 8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.
Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.
Queridos hermanos y hermanas: la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este año volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. Qué este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica.
BENEDICTO XVI, PAPA
Vaticano, 30 de octubre de 2009
MIÉRCOLES DE CENIZA: INICIO DE LA CUARESMA
El miércoles de ceniza se abre una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la preparación del misterio pascual, o sea, el recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "matanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte. La sugestiva ceremonia de la Ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia. Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.
Palabras de Juan Pablo II sobre el miércoles de ceniza (pronunciadas el 16-2-1983)
viernes, 1 de enero de 2010
AÑO NUEVO
Esta es la luna nueva, luna azul, que ha brillado esta noche sobre Las Palmas de Gran Canaria.

'El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
te conceda la paz.'

FELIZ AÑO 2010